Se terminó la aventura de Mehdi Nafti a los mandos del Levante. Los malísimos resultados obtenidos en las primeras 9 jornadas del campeonato han instigado la destitución del ya antiguo técnico del Levante UD.
El experimento y la principal apuesta de Miñambres se sella como un fracaso rotundo. El inicio de temporada es el fiel reflejo de las sensaciones que deja el técnico, perdido y superado por el objetivo de una plantilla a la que no ha sabido sacar el mínimo exigible.
Una herencia bajista
Su obra deja al Levante 14º a 2 puntos del descenso y 5 de los puestos de promoción. El ascenso directo se aleja hasta los 7. A la espera de la finalización del último partido de la jornada, en caso de una victoria del Mirandés el crédito respecto al descenso sería de un punto.
Resultados inapropiados
Con 3 derrotas se han perdido más partidos que ganados (2 victorias), además de los 4 empates. El equipo lleva sin ganar 4 jornadas en donde se han perdido 3 partidos (2 de forma consecutiva) y empatado uno, lo que representa la clara tendencia bajista.
Lo peor de todo era la sensación de que los rivales habían perdido el "respeto" y se veían capaces de ganar el partido a pesar de la clara diferencia de plantilla.
El equipo promedia menos de un gol por partido. De 9 partidos el Levante no ha sido capaz de marcar en 5, más de la mitad de ellos. De los 8 goles la mitad fueron en un partido (4-1 vs Villarreal B).
Pérdida de identidad y de principios
A los datos hay que sumarle las sensaciones, la parte intangible del fútbol que compacta las corazonadas.
El mensaje y la idea siempre fue dominar desde la contundencia defensiva. Con la línea de 5 defensas se consiguió construir un muro en la portería de Cárdenas, pero el Levante no existió en 3/4 de campo.
Con la apuesta de poblar la zona arriba el Levante comenzó a ver puerta, poco e insuficiente para plantarse en la jornada 4 con 3 goles. De esos goles la mayoría fueron desde el balón parado, uno de los grandes aciertos de Nafti.
Sin embargo los delanteros no veían puerta, ni siquiera disfrutaban de oportunidades. Entre Soldado, Wesley y Bouldini suman un gol, obra de Roberto Soldado en el inicio de la goleada ante el filial groguet. Primeramente se forjó un estilo. Wesley era el hombre boya quien bajaba balones y atraía con su gravedad a los defensas, dejando libres de marca a los extremos.
Una vez los rivales acertaron con la forma de contrarrestar ese ataque Nafti empezó a experimentar: Pepelu llegó a desaparecer del XI inicial, Rober Pier y Postigo salían del partido con sus mejores estados de forma respectivamente, Iborra jugó de central, medio y delantero, la delantera rotaba sin dar regularidad, la contundencia aérea desapareció, las jugadas a balón parado dejaron de ser efectivas, se dió continuidad a Son y la responsabilidad de los centros laterales con un 0% de acierto... y lo más grave sucedía tras un gol en contra.
La reacción a los golpes
Con un golpe en el marcador el equipo se desmoralizaba. Tras el empate del Andorra las caras eran de un equipo derrotado, lo mismo que cuando el Racing se adelantó el pasado domingo, sabías que el Levante iba a perder.
La falta de reacción convertía al Levante en un equipo de patio del colegio. Cada uno iba a la guerra por su cuenta, todos atacaban y solo defendía al que le quedaban las fuerzas para bajar, fuera delantero, extremo o el central. Presionar en el ataque significaba poblar la delantera sin un sentido específico para cada recambio y avasallar el área rival a centros, una jugada que era obvio que no estaba preparada donde los laterales colgaban el balón a la babalà, esperando ese rayo de suerte que jamás llegó. Queda evidente que Franquesa, Son, Saracchi... ninguno tenía especificaciones de donde debían centrar para conectar con el delantero, reflejo de una mala gestión táctica.
Mehdi superado
Tras la derrota ante el Andorra se hizo viral un vídeo donde Mehdi rompía a llorar en los brazos de su padre. Además del toque sentimental por la situación personal, era evidente que su situación profesional también condicionó su reacción.
Superado por el objetivo, continuidad nula y mala lectura táctica de los partidos. En la rueda de prensa previa al duelo del Racing afirmó tener poco en cuenta al rival en la planificación, un grave error.
Nafti es un entrenador trabajador, pero el fútbol no vive de esfuerzos ni intenciones, son los resultados quien dicta sentencia y el Levante ha llegado a dejar de ser claro candidato al ascenso.
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