Ni Postigo respondió
- Pablo Martínez Belmonte
- 1 mar 2020
- 2 Min. de lectura
Antiguamente un empresario propietario de una fábrica de coches llamado Henry crearía uno de los mayores métodos de producción revolucionario en el mundo. Consistía en integrar una cadena de personas, cada una con su función específica. El primer eslabón fabricaba la rueda, el segundo la adaptaba al coche y el tercero la atornillaba. Con este sencillo método el empresario estadounidense ahorró esfuerzo a la vez que ganó eficacia y eficiencia con su denominada Cadena de Ford.
Más allá de revolucionar la forma de trabajo de aquella época, demostró como si uno en la cadena falla, todos perdemos. Pues el Levante fue como si la descoordinación y el primer paso hacía la construcción de un juego fracasara en cada intento, como una zona especializada en un campo hiciera aguas en cada acción. La defensa fue un chiste, eran 4 jubilados, amigos de toda la vida felices formando un equipo de empresa dispuestos a pasar una mañana en el norte fuera del calor inusual en febrero de Valencia. Llegaron, visitaron la bonita Ipurúa y perecieron. Jugaban ante el equipo menos goleador, contra 2 delanteros con menos de 3 goles en la temporada, uno rozó el hattrick si no llega a ser por un penalti lanzado de forma lamentable, ante la pasimonía de no meter un pie en un balón suave, la poca comunicación en la fila incapaz de avisar a tu compañero de retroceder el balón al portero en vez de regalar una situación de 4vs4 mientras tu defensa central de jerarquía volvía a trote ligero a diferencia de las 4 balas que se abalanzaban ante Aitor.
El Levante fue una llama que se quedó sin oxígeno a los 20 minutos hasta el final del partido, con un Campaña acorde a su bajo nivel de toda la temporada incapaz de sacar un balón, solo Borja, Roger y Bardhi amagaron con crear peligro ante una defensa muy floja por abajo pero impecable por arriba. Sus combinaciones fueron un alivio entre la tortura.
La prensa seguirá vendiendo a un equipo muy bien trabajado, ciegos ante una defensa muy mala, una zona donde si no llega a estar este año Postigo y la explosión de Aitor estaríamos buscando billetes a Vigo para intentar vivir otro día como en Girona en la penúltima jornada. Nos están salvando esas 2 noches mágicas que todos tenemos en la memoria, tan mágicas que realmente sacan el potencial del equipo. Para jugar bien requieren de motivación, aún siendo no suficiente el hecho de jugar en primera y poder mirar un poco arriba más que abajo, soñar no ilusiona al equipo.
Al final el equipo se salvará, una vez aprieta la clasificación el equipo responde, es un hecho. Pero tampoco nos esperemos ir más allá del 10º puesto, un lugar muy cómodo y óptimo para el Levante sin duda, pero al que estos jugadores les sirve para relajarse y hacer partidos tan lamentables como el del sábado contra el Eibar.

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