Para terminar con el capítulo de salidas acerca de los jugadores granotas que terminaban contrato a finales de junio, toca analizar la etapa de Rubén Rochina. Han sido 3 años y medio en los que el de Sagunto ha estado disponible a las ordenes de Paco, los que podríamos catalogar como una montaña rusa de emociones. Hemos visto el máximo esplendor de su calidad, los peores de sus defectos y mucha polémica.
El Levante decidió repescar al jugador que había comenzado una aventura en el fútbol ruso de la mano del Rubin Kazan. En enero de 2018, Tito consiguió convencer al jugador para alcanzar la salvación de la mano de Muñiz. Durante los 4 meses que restaron de competición resultó imposible intuir hasta que punto llegaba la calidad del jugador. Una expulsión por protestarle al árbitro durante la celebración del tanto de Campaña frente a Las Palmas supuso una sanción de 4 partidos. Apenas jugó minucias, aunque marcó el gol de la temporada en la derrota con el Celta de Vigo de la última jornada.
Lo que los aficionados no pudimos ver sobre el terreno de juego, lo pudo vislumbrar Paco en los entrenamientos. Sin demostrar nada se pagó más de 1 millón al equipo ruso. Tardó en despuntar, hasta que llegó cuando más se le necesitó. Tras un mal arranque del equipo, Paco cambió el sistema para dar entrada a Rochina. El Levante encadenaría 4 partidos ganando y 7 consecutivos sin perder con Rochina en el campo.
Realmente estaba siendo un gran año en lo personal. Grandes registros goleadores y en asistencias. Su juego estaba a la altura de los mejores de la temporada, incluso a pesar de sus peligrosas pérdidas de balón. Pero llegó el Espanyol. Tras marcar un muy celebrado empate, el jugador se llevó la mano a la oreja, lo que se tomó como una falta de respeto a la afición. Curiosamente acabaría expulsado y muy recriminado por todos los presentes. En lo futbolístico fueron 4 goles y 7 asistencias en su primera temporada completa. Fue expulsado 2 veces.
Estos números no pasaría de largo, el Ajax que alcanzó las semifinales de Champions mandó ojeadores para valorar una oferta.
Perdería peso en el juego durante la campaña 19/20, aunque mejoró sus registros goleadores con 5 tantos y 6 asistencias. Participación intermitente, mantuvo su calidad aunque sus errores eran más groseros y encarecían las victorias. Entre lesiones y decisiones técnicas le costó mantener su nombre en las convocatorias. Tras la pandemia pasó a formar parte del equipo B debido al estado de forma de Bardhi. Aún así sus asistencias valían puntos.
Finalmente llegaría el último año de contrato, el más gris de todos. Totalmente desaparecido. Las virtudes se evaporizaron y solo quedaron defectos. Ningún gol y tan solo 1 asistencia. Curiosamente su destello de clase lo hizo de pivote defensivo. Más juego en los despachos que en los campos, sus pretensiones eran de un mundo irrealista y el Levante no quiso ceder ante la evidente capacaída.
Hubieron especulaciones. Algún medio aseguraba que tras el mal año de Rochina, él estuvo dispuesto a ser más flexible con sus exigencias, aunque en todo momento el ambiente era de despedida.
Entre los clubes más interesados han la vuelta al Granada donde dio la mejor versión de su carrera, e incluso la posibilidad de fichar por el Valencia. Quico avisó de que las negociaciones llevaban enterradas muchos meses atrás. Finalmente la advertencia se materializó el pasado 30 de junio y Rochina es agente libre.
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